jueves, 7 de junio de 2012

EL ARTE DE APRENDER A DESAPRENDER


 
Lic. Santiago Enrique Gutiérrez Sapón.
Licda. Noemí Cecilia Pacheco Puac. 
  
Los avances de la ciencia nos han permitido un logro increíble: poder desestimar millones de ideas en las que un día creímos a pies juntillas. Lo dice Eduardo Punset  en su libro El viaje al poder de la mente. ‘‘En él plantea que no somos conscientes todavía de lo que implica para nuestro futuro poder echar por la borda gran parte de lo conocido hasta hace muy poco. Y menos todavía, asimilar que mucho más útil que aprender empieza a ser desaprender determinadas cosas``
El mundo gira a un ritmo tan vertiginoso que todos los días desestimamos una idea que un día fue importante, pero rechazamos desaprender algo que habíamos aprendido. Todo ocurre tan rápido que apenas nos da tiempo a pensar en ello, pero la realidad es que el mundo se equivoca un día sí y el otro también. Muchas de las cosas que nos han servido hasta ahora han dejado de ser útiles, sin embargo demasiadas de ellas siguen estando vigentes.

La profundidad de los cambios globales que con tanta rapidez se suceden en esta década; la acumulación tecnológica basada en la intensidad del conocimiento; la automatización y robotización de la producción; la transnacionalización del comercio; la revolución de la informática, de la biotecnología y de las telecomunicaciones ponen de manifiesto que la historia de la humanidad ha entrado en una etapa sin precedentes y con imprevisibles repercusiones para las sociedades en el siglo XXI. Este nuevo escenario mundial que implica la pérdida del paradigma que presidía nuestro accionar hasta el momento, significa por lo mismo un espacio inédito que requiere de nuevas respuestas en todos los órdenes, político, económico, ecológico, cultural y muy en especial en el educativo.

Salimos del útero materno y lo primero que hacemos es aprender a respirar. A partir de esos inicios, todo en la vida es aprendizaje. Nacemos para aprender. Y, como sabemos, todo aprendizaje es un proceso lento que nos exige un esfuerzo. Por otra parte, está entrando en nuestras conversaciones la expresión ‘desaprender lo aprendido’. Personalmente, preferimos aprender a desaprender. Hay muchas cosas que, a lo largo de la vida se a aprendido, y que se ha  ido añadiendo al  currículo personal, y que  muchas veces no favorecen nuestro crecimiento social afectando el aprendizaje educativo. Aún más, pueden obstaculizar la realización como hombre o mujer.

A lo largo de nuestra existencia nos movemos en diferentes ámbitos: La familia, la escuela, la misma sociedad; en todos ellos, aprendemos muchas cosas que nos enriquecen nuestra historia. Aprendemos a comer, a caminar, a comunicarnos, a querernos. También aprendemos a escribir, y a leer. Asimismo, se nos educa en valores; nos  facilitan el aprendizaje para una buena socialización con nuestros compañeros, colegas o vecinos; e incluso, nos instruyen y aprendemos a manejar  las nuevas tecnologías. Fabuloso, que nos equipan muy bien para el futuro.

Bueno,  paralelamente a todos estos aprendizajes, que potencian nuestra realización personal, también aprendemos muchas cosas negativas que no contribuyen a nuestro crecimiento personal e intelectual. En este sentido, aprendemos a ser vengativos, rencorosos, egoístas, mentirosos, celosos, violentos, perezosos, negativos, deshonestos, egoístas, intransigentes, hipócritas, avaros, corruptos, racistas,  incoherentes, groseros, viciosos, aprovechados, intolerantes, En fin, cada cual tiene lo suyo.

Ahora es cuando viene  desaprender. Porque hay que desaprender todas estas cosas que nos deshumanizan, nos alejan de los demás, dificultan y rompen nuestras relaciones, incluso, las más cercanas. Hay que desaprender todo aquellas paradigmas y  que son verdaderos candados en nuestro crecimiento personal,  familiar y en nuestro crecimiento social educativo.

Pero aprender a desaprender  es un proceso, no resulta fácil esta transición, lleva su tiempo, tanto como el que nos llevó aprenderlo. Requiere esfuerzo para hacer una internalización de querer cambiar en el arte de aprender a desaprender, o sea camino de una actitud negativa hacia una positiva,  y como cualquier arte para mejorar el trabajo  crea estrategias para desmontar lo que, de hecho, forma parte de lo que es la persona, aunque en realidad no es agradable tener que hacerlo.  Aprender a desaprender, exigiría voluntad, actitud positiva, esfuerzo, orden y disciplina. 
Hay situaciones que se tiene muy arraigadas, que resultan  verdaderos retos, eso sí no están muy  viciados, y no es fácil deshacerse de ellos. En el ámbito religioso se habla de cambio, de conversión. Todo ello, se denomine como se denomine, supone un esfuerzo, una revolución interior que, en muchas ocasiones, no estamos dispuestos a pagar el precio que se nos pide. Por ejemplo, la imagen que nos hemos ido forjando en la relación con los demás. Las formas en que se desarrolla los procesos de aprendizaje, el rol que desempeñamos en nuestra función educativa.  No es fácil, no, pero hay que desaprender si se quiere avanzar.

En el ritmo de vida que se lleva, hay que buscar tiempos y espacios para reflexionar.  Se necesita conocimiento de si muy bien, discernir aquello que nos humaniza, de lo que nos deshumaniza, también hay que contrastar y confrontarse con alguien de confianza. Se trata de diseñar los pasos a seguir en el proceso de desaprender.

Conclusión
Si se desaprende es porque lo que aprendimos mal en ese sentido inicia una nueva etapa de reaprender restaurar aquello que no quedó  bien desde el inicio, se aprende para crecer, se aprende para desarrollar, se aprende para evolucionar; sin embargo cuando estos procesos no se cumplen, pueda que suceda lo siguiente:
No aprendimos o aprendimos mal, y todo porque no hubo un proceso de aprendizaje, sino una técnica de enseñanza que no deja huellas en nuestra vida.

“Todo lo que aprendas, procura aprenderlo con la máxima profundidad posible. Los estudios superficiales producen con harta frecuencia hombres mediocres y presuntuosos.”
Autor: SILVIO PELLICO.

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